24 HORAS EN... JEREZ DE LA FRONTERA
El duende que te quita el 'sentío'
Tapas y un vinito. Bulerías y caballos que bailan. El Tío Pepe y Lola Flores. La noche se alarga en Jerez de la Frontera con toques flamencos, pero también con sonidos 'indie rock'. Pura pasión
CRISTÓBAL RAMÍREZ - 07/11/2009
Jerez no se aclara: señorial y bohemia, moderna y tradicional, monumental y de callejuelas, beata y rumbera. No le hace falta aclararse, porque acoge a todos. Extendida en la campiña y a 15 minutos de la costa, la mayor ciudad de la provincia de Cádiz (206.000 habitantes) está orgullosa de su patrimonio más universal: el flamenco (es cuna de las bulerías), el vino y los caballos (tres elementos muy presentes en su web turística: www.turismojerez.com). También conocida por el Mundial de Motociclismo y su elegante feria, esta urbe dinámica presenta un casco antiguo con alma, más de una decena de palacios y más de treinta bodegas. Conocerla no es nada difícil: Ryanair acaba de inaugurar la línea Madrid-Jerez (es el aeropuerto de la provincia) a precios tan bajos que uno piensa que le están tomando el pelo (ida y vuelta desde 52,18 euros).
Si se empieza el día por la calle Corredera, uno se va preparando para el espectáculo de luz, arte de fachadas y bullicio que depara Jerez. Esta vía conecta las estaciones de tren y autobuses con el corazón de la ciudad. Tranquilidad, recréese en puntos como la plaza de las Angustias (1), con un aire andaluz evidente. Como casi todo en esta ciudad de casas señoriales y naranjos en las aceras. Pronto aparece la plaza del Arenal (2), con su fuente y su suelo ajedrezado. Detrás espera el alcázar árabe del siglo XII (3). Si se entra a la fortaleza, el primer patio que se ve pertenece al Palacio de Villavicencio, construido en medio del monumento en el siglo XVIII. Dentro se puede visitar la mezquita (la única que se conserva de las 18 que existieron en el Jerez musulmán), el alminar desde el que se llamaba a la oración, los baños y los amplios jardines andalusíes.
11.30 La tarta típica lleva 37 especias
Unos pasos más abajo y la Historia pasa veloz. Hay que levantar bastante el cuello por culpa de la enorme catedral (4), mezcla de gótico, barroco y neoclásico. El edificio tiene su rareza: la torre de ascendencia mudéjar que se sitúa en una esquina, separada del resto del templo. Posiblemente fue el minarete de la antigua mezquita. En la plaza del Arroyo (5), vemos otro palacio: el de Bertemartí, del siglo XVIII. Barroco en movimiento.
Ahora se enfilará la calle Consistorio. Allí se encuentra la famosísima pastelería La Rosa de Oro (6) (Consistorio, 7), que vende la tarta típica de Jerez (llamada así, tal cual). Elaborada según una receta andalusí del siglo XII, el dulce lleva pasas de Pedro Ximénez (ya habrá tiempo de hablar de los vinos), 37 especias y almendras. En la plaza del Cabildo (7) hay que disparar fotos: el antiguo Ayuntamiento tiene una fachada tan renacentista que uno puede pensar que está en Úbeda o Baeza. Otra sorpresa, esta vez gótica pura, espera en mitad de la nada. En el kilómetro 5 de la carretera de Jerez-Algeciras se encuentra la cartuja de Santa María, solitaria y enigmática. La pena es que si no dispone de coche propio no podrá visitarla.
13.15 Alegres calorías
A esta hora Jerez hace ruido. Señoras que van al mercado (el interior parece una estación de tren decimonónica), chavales modernos que vienen, trabajadores con chaqueta, hippies y jóvenes de gomina y pelo hacia atrás. Algunos piensan que la ciudad es señorita y más cercana en idiosincrasia a Sevilla que a Cádiz, pero en estas calles hay sitios para todos. Es hora del aperitivo: olvídese de la cerveza. En la capital mundial del jerez (xeres o sherry), probarla sería casi un sacrilegio. Déjese llevar por las reputadas marcas de aquí: fino (Tío Pepe y La Ina), Pedro Ximénez, con su característico sabor a pasas (Noé) y dulce (Canasta Cream). Se puede meter en el bar Juanito (8) (Pescadería Vieja, s/n. 956 33 48 38) para comer pescaíto frito, tortillitas de camarones, riñones al jerez, carne mechada o berza (cocido con garbanzos, chorizo, morcilla y tocino). Quitan el sentío. Alegres calorías de las que desprenderse calle Larga arriba, calle Larga abajo, donde se encuentra el bar y restaurante El Gallo Azul (9) (calle Larga, 2).
15.00 Taconeo y herraduras
Andar más no vendrá mal. En la coqueta plaza de Rafael Rivero (10) se encuentra otro de los palacios más renombrados, el de Luna. Adéntrese por donde vea que no caben los coches. Lo mejor es mirar y sentir el duende. ¿Lo notan? En la taberna El Arriate (11) (calle Francos, 43), con azulejos, una figura de cartón de Lola Flores y fotos de Louis Armstrong, se oyen voces broncas que se arrancan a cantar en menos de lo que tarda una chispa en encenderse.
Las herraduras de los caballos arrastran las típicas calesas con turistas. Jerez acoge la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre (12) (avenida del Duque de Abrantes, s/n. 956 31 96 35; www.realescuela.org) con sus pura sangre. Este complejo incluye un jardín botánico, un palacio diseñado por Charles Garnier (autor de la Ópera de París), el museo de carruajes y los potros entrenando. Cerca se ubica el Museo del Misterio de Jerez (13) (Cervantes, 3. 902 18 21 00), un pedagógico paseo por la historia de los caldos de la tierra. Pero mejor es la práctica: un fino en Tradición (14) (calle de los Cordobeses, 3. 956 16 86 28), una bodeguita muy auténtica, o una visita a Tío Pepe (15) (calle Manuel María González, 12. 902 44 00 77, reservar con antelación) o a cualquier otra bodega, por ejemplo la del rejoneador Álvaro Domecq(reservas: 956 33 96 34), recién abierta a las visitas y una de las más antiguas de Jerez.
19.00 Un guiño a 'La Faraona'
Las iglesias de la Merced y de Santiago indican el principio de otro baile de callejones, el barrio de Santiago, uno de los puntales jerezanos del flamenco, donde viven el desgarro jondo y la patada-metralleta por bulerías. Detrás de estas fachadas nacieron José Mercé y El Capullo. Habrá que ver, sin agobios, la plaza de San Juan (16) (con el Centro Andaluz de Arte Flamenco), las calles Chancillería, el palacio Ponce de León (blanco y con una ventana gótica en la esquina como de Calixto y Melibea), la calle de la Pescadería Vieja, la plaza de San Mateo y el palacio Riquelme. Mucha cal y silencio.
Directos a los hammams andalusíes (17) (calle de Salvador, 6. 956 34 90 66). Cuando se salga, será de noche, pero las luces amarillas aportan una atmósfera extraña al barrio de San Miguel, flamenco de pasión poderosa. Orgullo del barrio son La Paquera de Jerez y Lola Flores. La Faraona cuenta con una estatua de brazos encaracolados en la confluencia de las calles Empedrada y Cerrofuerte. Cerca está la peña Los Cernícalos (18) (calle de Sánchez Vizcaíno, 25). Otra opción es la peña Tío José de Paula (19) (calle Mercede, 11), en el barrio de Santiago. Antes habrá que cenar: la Casa del Arroz (calle de Francos, 10) no defrauda.
23.30 Jaleo improvisado
Uno sale de escuchar bulerías con el espíritu caldeado. La noche jerezana se cuece en el Damajuana - (20) (Francos, 18). El jaleo más alternativo hay que buscarlo en El Comedia (Clavel, 2), con sesiones de música indie rock. De talante parecido, aunque con gente más arreglada, es el Café Arenal (Caballeros, 38). El discotequeo chic se halla en las dos plantas de la sala Oxi (calle Zaragoza, s/n). Si uno se agobia, en las callejuelas se puede encontrar con algún grupo y una juerga improvisada. Palmeo, esa alegría melancólica, el pellizco. Mire a ver si encuentra el duende.