Lo cierto es que, personalmente, me dolió mucho suprimirlo. El tomar la decisión no me costó, ya que me sentía atacado en lo más sagrado que tiene una persona. Aprendí a no poner a los pies de los caballos a las personas que más quiero en el mundo y aprendí en, en este Jerez de mi alma, miserables y cobardes hay, y muchos. Si el tomar la decisión no me costó, si me violentó el hecho de ver cerrada una ventana de libertad que personalmente usaba para trasladar al mundo mis opiniones, mis ideas.
Han pasado muchas cosas desde el día que cerré mi blog. Han pasado más de dos años en los que mi inquieta participación en el ciberespacio se ha limitado a leer blogs que me interesaban y navegar por el mundo virtual de la informática. Desde un edificio emblemático de la ciudad he podido contemplar todo lo que ha sucedido en mi ciudad. Ahora quiero de nuevo volver a retomar la apasionante tarea de opinar, de publicar mi blog, de participar en el inmenso mundo virtual que nos ofrece internet, con el deseo de que nunca más tenga que volver a comenzar con las palabras que hoy utilizo.
Fray Luis de León dejó escrito, al parecer, en las paredes de su celda la siguiente décima:
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!
Vale